🇪 Escritos Eróticos

®️ Solo en mi lecho

Solo en mi lecho.

Son las dos de la madrugada, despierto sobresaltado enfrentándome al silencio, me despojo de las sábanas, desnudo mi cuerpo y desnuda mi alma… Recorro mi piel con la mirada, piernas peludas, cadera estrecha y un poco de panza, juego con esos vellos de mi pecho, acaricio mi barbilla y enmaraño mi pelo… Mi mano cae sobre el bureo buscando los cigarros, tomo uno, lo enciendo, lo paladeo, lo aspiro y con rabia contenida lo apago contra el cenicero… el humo que queda vaga por la habitación se escapa por la ventana, choca con la brisa esparciéndolo por mi cama.

Estoy nervioso, no sé qué es lo que me pasa, se agita mi pecho, se despiertan mis ansías, siento una excitación con despecho marcado que arrebata mis ganas, doy mil vueltas en mi lecho sin poder retomar el sueño, la incomodidad arrancándome la calma…

Permanezco boca arriba cubriéndome con la sábana, mientras la luz de la luna juega con mi pasión excitándome sin treguas, miro hacia abajo encontrándome con ¨Esa¨ mi protuberancia, cuál arrebatada y loca pretende que me quede quieto frente al capricho de sentir a esa Dama a mi lado…

Permito que mi mano tome vida propia acariciándome el cuello, bajando por el pecho sin recordar lo que está bien o aun es censurado por lo correcto, acaricio mi pierna izquierda y sin querer rozo la intimidad inquieta, subo desde mi rodilla y dejo caer mi mano en la entrepierna, siento la locura de un deseo abrazador y casi violento, me agito un poco más pensando en ella, cerrando los ojos me deleito con sus pechos, recorro cada centímetro de una piel hambrienta, donde creo que, sus deseos acarician mi cuerpo, chasqueo la lengua mordiendo mis labios, el corazón se pone loco mientras sus latidos cabalgan hacia donde está ella. Siento que la dureza de mi masculinidad reclama por un instante de incoherencia, aprieto mis ganas y no dejo la mano quieta, encierro entre mis dedos la punta de los propios deseos y presiono sin saber a dónde me llevará todo esto…

Imagino la boca de esa Dama recorriéndome entero, sintiéndose, ella mujer y yo su auténtico dueño, percibo sus manos en mis vellos, sus ojos en los míos, la locura del mismo tiempo, arrancando silentes devaneos… un gemido se me escapa y quiero pegarle al viento, pero presiono más mi mano y sin preámbulos me muevo, intentando quizá, atrapar un instante de fulgentes anhelos, la respiración se vuelve loca y el corazón late con fuerza, como palpita entre mis manos las ansías a punto de estallar…

La imaginación me lleva a ver a esa mujer sobre mi cuerpo, cabalgando como amazona en celo y tirando fuerte de mi cabello, no puedo controlar lo duro de mis deseos, desconozco como se detiene un capricho llamado ¨inoportuno desenfreno¨

Pero no quiero pensar, tampoco ante eso claudicar, prefiero con ternura y fuerzas seguir, porque no es justamente un momento, donde pueda de mis instintos huir, por eso y casi con la brutal fuerza de un apetito incontrolable, sigo en movimientos casi salvajes… pensando en las palabras de esa diva, que sin reparo ni vergüenzas me nombra exigiéndome un momento de entrega total… no puedo más, me gana el éxtasis de lo irreal, suelto con brusquedad mi enervante piel sedienta de placer, y estiro las manos a los barrotes de mi lecho, cuál silentes testigos de mis locuras, callados reciben la fuerza de mis manos, porque los estrecho con firmeza al palpar esa ebullición en mis adentros, donde sin peros ni esperas me dejo llevar por la potencia de sentirme su amante, aunque más no sea dentro de mis pensamientos…

 Ruego al cielo un segundo de sosiego, al presentir lo indiscreto de un momento, ese que me asalta como loco aventurero, dejando escapar lo más íntimo de mi cuerpo, la esencia blanquecina que se esparce desesperada buscando un sitio donde chocar y quedar por siempre aprisionada… más solo encuentra la soledad amarga de unas sábanas, que al recibir la humedad de mi piel quedan empapadas, mientras un gemido, a gritos desesperados lo atrapa el viento, que entra por la ventana, y es mi corazón alocado que clama la cercanía de esa mujer, quien posiblemente al sentirme pueda estar alterada, entre manojos de incertidumbre y totalmente excitada, por saber que su hombre tuvo un clímax al pensarla…

Suspirando hondamente y temblando sin consuelo, una lágrima cae mojando mi cara, y dejando otra huella de humedad en mi almohada.

Recostándome en los barrotes miro exhausto la tela por mi esencia impregnada y en tanto un cigarrillo besa mi boca, pienso en ella y me pregunto… ¿Sabrá realmente cuanto la amo?

Apago el pucho, está vez entre mis manos, no siento el dolor de la braza, pues no hay calvario mayor que no tenerla a mi lado y en mi cama…

Desposeído de toda vergüenza me quedé dormido entre sábanas mojadas…

Al despertar sonó el teléfono…


–    Hola…

–   Julián…. ¿Por dónde andas?

–    Me quedé dormido mi amor…


Y sin decir nada comencé de nuevo el día… Sin confesar lo vivido, sin pensar en la distancia… Tan solo me quedó el sabor, de la maldita espera vestida de arrogancia…

Rostro Enmascarado

©Derecho de Autor

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